La tierra de Alvargonzález
Por: José María Barbado
“Cuando la tarde caía
entre las vetustas hayas
y los pinos centenarios,
un rojo sol se filtraba.
Era un paraje de bosque
Y peñas aborrascadas;
Aquí bocas que bostezan
O monstruos de fieras garras;
Allí una enorme joroba,
Allá una grotesca panza,
Torvos hocicos de fieras
Y dentaduras melladas,
Rocas y rocas, y troncos
Y troncos, ramas y ramas.
En el hondón del barranco,
La noche, el miedo y el agua...
...llegaron los asesinos
hasta la laguna Negra,
agua transparente y muda
que enorme muro de piedra,
donde los buitres anidan
y el eco duerme, rodea.
Agua clara donde beben
las águilas de la sierra,
donde el jabalí del monte
y el ciervo y el corzo abrevan;
agua pura y silenciosa
que copia cosas eternas;
agua impasible que guarda
en su seno las estrellas.
¡Padre!, gritaron; al fondo
de la laguna serena
cayeron, y el eco, ¡Padre!
repitió de peña en peña.”
Así reza el poema de “La Tierra de Alvargonzález”, escrito durante la residencia en Soria de Antonio Machado.
La Laguna Negra de la Sierra de Urbión ocupa una fosa rodeada por espectaculares murallas de roca.
Para la tradición popular, la laguna rebosa con las supersticiones y creencias mágicas que envuelven estos lugares.
Un halo de misterio la rodea.
Unos dicen que no tiene fondo; que se comunica directamente con el mar.
Otros, que en su interior habitan seres fantásticos capaces de hacer desaparecer a quienes, imprudentemente, atraviesan a nado sus aguas.
Sea como sea, el lugar es de una belleza incomparable, y seguirá, si no lo pierde su explotación masiva, resultando un lugar idóneo para calmar la tensión de quienes buscan compensar con tranquilidad los sobresaltos de su quehacer cotidiano.
Los pueblos que rodean la sierra, como éste de Vinuesa, se han adaptado al turismo, aunque no de forma espectacular.
Todos ellos tienen en común la niñez del Duero, y algunos se llaman así; Molinos de Duero, Duruelo de la Sierra, Salduero...
Y todos ellos tienen asimismo una peculiar forma de distribuir la propiedad común del suelo; con ello han contribuido a preservar el entorno que hoy se ofrece al viajero.
Lejos ya de la sierra, en la provincia de Burgos, una joya, el monasterio de Santo Domingo de Silos, se nos brinda repleta de turistas y nos ofrece la exquisita sensación de saborear su canto gregoriano.
Y vámonos para Rioja...