VOLVER A ROMA IV

VOLVER A ROMA IV

DONDE VERANEABAN LOS ROMANOS


Frascati y Grottaferrata son dos localidades situadas en la región de los Castelli Romani, cerca de Roma, que han sido tradicionalmente lugares de veraneo para los romanos y la nobleza italiana. Hoy es sábado y se nota. Hemos salido con Beatrice en su auto y la salida de Roma se hizo más lenta por el gran número de vehículos que abandonaban la capital para dirigirse a las tierras más elevadas que constituyen un mirador sobre la planicie romana. Con seguridad, la visita hubiera sido más apacible los días entre semana.


 Ambas localidades ofrecen un escape del calor del verano romano y proporcionan un entorno de tranquilidad y belleza, manteniendo viva la tradición de la estancia veraniega de la nobleza en la campiña italiana. No muy lejos, en un radio de diez kilómetros, se encuentra la ciudad romano medieval de Tusculum, de la que hablaré en otro momento, y Castel Gandolfo, la residencia de verano de los papas que siempre usaron para huir de la canícula de la urbe.


Grottaferrata es conocida principalmente por su abadía, la Abbazia di Santa Maria, fundada en el año 1004 por San Nilo de Rossano. Además, en la actualidad, Grottaferrata es uno de los lugares residenciales y de veraneo más elegantes y concurridos de los Castelli Romani. Tiempo atrás, era una extensión de viñedos y campos cultivados, lo que refleja su larga tradición como un lugar de retiro y disfrute para la aristocracia y la nobleza.


Tras visitar la abadía almorzamos en un restaurante, la Briciola di Adriana, en la via Domenichino; un lugar cuidado, con numerosos recuerdos de personas afamadas que pasaron por allí, y con un anfitrión que nos refirió pormenorizadamente y con deleite las peculiaridades de cada plato, lo que hacía más interesante y a la vez más difícil la elección. Una Crostatina al carcioffi alla romana (alcachofas) y una porchettina d’Ariccio (fiambre de cerdo) como entrantes y unos Tagliolini y cordero a la cazadora, terminando con tiramisú y milhojas con crema bastaron para recomendar este establecimiento. El vino no fue de la zona, sino uno blanco de los Abruzzos que el maître nos recomendó vivamente. Queda por probar el vino frascati; hay tiempo, lo tomaremos en otra ocasión.


Frascati es conocida por su elegancia y la belleza de las Villas Tuscolanas, lujosas residencias patricias del Renacimiento tardío y Barroco construidas por la nobleza romana en el verde de las Colinas Albanas. Estas villas, que inicialmente servían como casas de campo para la estancia veraniega, se convirtieron en verdaderos símbolos de estatus. La Villa Aldobrandini, por ejemplo, es una de las más famosas y ofrece vistas panorámicas hasta la entrada del pueblo. Durante los fines de semana, las calles de Frascati se llenan de visitantes que disfrutan de los productos gastronómicos locales y de la acogida de la gente del lugar. Es celebrado el vino de Frascati, que está elaborado con uva malvasía principalmente y que viene produciéndose desde antiguo, como prueban los descubrimientos arqueológicos que se han practicado en la antigua ciudad de Tusculum y que nos permite conocer que el vino se venía elaborándose desde siglos antes de nuestra era. Si ya en la antigua Roma eran demandados, no lo fueron menos en la ciudad de los Papas, y su fama siguió extendiéndose con los inicios del turismo a finales del siglo XVIII, lo que ha venido en llamarse el Gran Tour, que se prolongó a lo largo del siglo XIX.. El vino Frascati es un vino fresco, de color amarillo pajizo y con aroma intenso. Aunque en la actualidad se han modernizado los sistemas de producción, aún muchas bodegas utilizan antiguas cuevas romanas que se utilizaron para el mismo fin.


Tras la comida en Grottaferrata deambulamos por las calles de Frascati asomándonos al privilegiado balcón sobre Roma que es el mirador que bordea la pequeña ciudad por el norte, y tras un helado en la terraza de la gelateria Belvedere dimos por terminada la excursión.


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